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jueves, marzo 28, 2024

El dios “rating”

opionion

¿Será cierto lo que dice Marco Aurelio Denegri, que no hay camino de retorno cuando se entra en la vía de la estupidizante televisión basura? Y es que si es así como afirma Denegri y otros tantos más, cómo evitar ver una muestra de esa cada vez más degradante forma de hacer televisión, por ejemplo cuando uno entra a un restaurante o una pollería? El gusto por esa chanfainita audiovisual llamada televisión peruana (salvando algunas honrosas excepciones) pues resulta embrutecedor, adictivo incluso; y como pasa con toda adicción, es difícil salir de ella, y lo más peligroso, es difícil aceptar que uno la padece.

Y es que en plan de no perder bríos juveniles, y caliente caliente nomas, como quien dice, luego de probar el néctar del éxito por la derogatoria de la harta mentada ley pulpín; ahora un colectivo de jóvenes ha convocado a través de las redes sociales a una marcha contra la televisión basura el 27 de febrero, una marcha en abierta oposición a esa televisión que si bien es cierto no es patrimonio nacional, pues en todas partes se cuecen habas, preocupa y mucho ver cómo la explotación del escándalo, el chisme farandulero, la exposición de la intimidad como nunca antes, la desvergüenza de presentar escenas explícitamente sexuales en horario familiar, en un momento cuando menores de edad están frente al televisor; preocupa ver, digo, que todo ese menú racionalmente intragable se ha enraizado en las programaciones que nos ofrecen los canales capitalinos, y a menor escala las empresas televisivas de la región.

Y ante una crítica cómo ésta dirán algunos: Cada uno es libre de ver lo que quiere ver, ahí está pues la libre elección del televidente para ver tal o cual canal. Y es verdad eso, no lo niego; pero también es verdad que no se debe reducir o limitar la calidad de lo que se ofrece al televidente solo en función a lo que la masa pide, a satisfacer sus apetitos descontrolados por el morbo, la violencia, el sensualismo, etc.

Lo que ha hecho la sociedad actual es elevar altares de adoración modernos, uno de esos altares es el altar al “dios” rating, y a ese “dios moderno” no le interesa ni la moral ni la ética, no le interesa sino el dinero, y no duda en sacar de programación un programa que no goza de la preferencia de las masas, claro porque para el “dios” rating todo se trata de negocios, de business y para nada se trata de contribuir a la educación, a la formación como persona y ciudadano de sus televidentes (salvo cuando se da cuenta que va a ganar más dinero haciendo eso, pues si así fuera sus miles y sus millones los invertiría en programas culturales y educativos).

Si acostumbras al niño al dulce, a los chocolates, a la comida chatarra tan accesible en la calle pues lo más probable es que ese niño se consiga (con el favor de sus padres permisivos y consentidores) una diabetes, obesidad, problemas al corazón y un largo etc. De igual manera, con una programación tan contaminada de putrefacción moral, de decadencia de valores como es o que tenemos hoy en día, si con eso estamos alimentando las mentes y almas de nuestros niños, de nuestros jóvenes, no esperemos en el mañana una sociedad más crítica y reflexiva, más consciente de su problemática, de sus grandes necesidades, de sus retos y desafíos como nación.

Mientras tanto la embrutecedora y adictiva televisión basura sigue ganando adeptos. Nomás pregúntenle a la vendedora de menú quién es el artista de moda, cual es el escándalo más reciente, en que lío andan metidos los de esa fauna llamada choliwood y se las sabrá todas, puedo casi asegurarlo. Y cómo culparla si muchas veces la política peruana más da para circo y show farandulero que para otra cosa.

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