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jueves, abril 25, 2024

Cuidado con el cuerno

Hasta hace poco, los pasajeros de la ruta Tarapoto-Moyobamba se encontraban de pronto, a la altura del caserío San Antonio del Río Mayo, con un letrero con la terrible advertencia: “¡Cuidado con el cuerno!”, que les producía una sonrisa comprensiva como indulgente.

El aviso tenía su razón de ser, puesto que el propietario de un fundo ganadero del sector solía hacer cruzar la carretera al ganado para beber el agua en el río, y estaba claro que aprovechó esta circunstancia para advertir, también, con ironía y humor, sobre el peligro de cualquier sacada de vuelta que está a la vuelta de la esquina, porque la runamuleada llega sin avisar.

La verdad, no sé de donde viene este asunto de los cuernos, relacionándolo con la deshonestidad de la pareja. De repente, porque a Satanás, los pintores de la Edad Media y del Renacimiento, lo presentaban con unos evidentes cachos y parecía llevarlos con gusto. Pero todos sabemos –y no es necesario ser culto- que la historia está lleno de “atrasadas”, e, inclusive. Un conocido caso se menciona en el Antiguo Testamento.

El “cuerno” también es la expresión de “saladera”, y es más manifiesto en Loreto, y les cuento: Cierta vez, retornando en deslizador a Yurimaguas, desde San Lorenzo, en el Marañón, el motorista, después de tres intentos fallidos para arrancar el motor, expresó con furia y preocupación: “Nadie me engaña; esto ya es cuerno”, que no pasaría de ser solo una expresión simplona.

Dicen que todos le tienen miedo al cuerno. Un gran amigo nos decía que en la época que tenía billete le llovían las “costillas” y tenía hasta para escoger. Nos contó que se enamoró perdidamente de una que era no solo bellísima sino también inteligente. ¿Y qué pasó? ¿Por qué no te casaste con ella? , le preguntamos. ¡Qué cojudo! A estas alturas ya me hubieran quitado, fue su respuesta.

La vida es una sacadera de vueltas. En los tiempos actuales esto también se manifiesta en los ofrecimientos incumplidos; como la deslealtad de aquellos a quienes confiamos y creíamos amigos y terminan dándonos una patada en el trasero. Pero los más grandes sacavuelteros y corneadores son los políticos; éstos que nos llenan de promesas y terminan acostándose con los que tienen el poder económico. Dan clases de moral y los fanáticos aplauden a rabiar, como ya saben ustedes, de uno de ellos, un artista de la demagogia, quién sigue ahí creyéndose la última chupada del mango.

En la historia de cuernos, nada más sabroso que lo que se cuenta en “Historias de amor de la historia de Francia”, de Guy Bretón; como más dramático y elocuente es lo que describe Ibo Alfaro en “Malditas sean las mujeres”. Y esta verdad se traduce en frases tan agudas como: El que con toros sueña, que no se case; El que nació pa’ toro, del cielo le caen los cuernos; El que presta a la mujer para bailar, o el caballo para torear, no tiene derecho a reclamar, etc.; aunque la más sabrosa es ésta: Si la vaca fuera honesta, cuernos no tendría el toro.

El famoso dúo chileno Los Caporales contaban este chiste: “Los cuernos son como los dientes; cuando salen, duelen; y cuando crecen ayudan a comer”. Sin embargo, lo más gracioso que encontré lo leí en las crónicas de Mashita Jergón quien nos recordaba, dizque citando a Edwin Rojas Meléndez, que “la diabetes, cuando se mezcla con el cuerno, ya no tiene cura”….

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