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jueves, abril 25, 2024

Al rescate de los suelos

Es una gran noticia: “La Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobó declarar el año 2,015 como Año Internacional de los suelos (AIS)”. Es una buena noticia porque está relacionada a la vida; adversa a la mala noticia que propala la televisión: Muerte, violación, asalto, corrupción.

Ojalá la decisión de la ONU no sea tarde, porque debería haberse hecho hace algunas décadas atrás, en estricta coordinación con los gobiernos nacionales del mundo. El desarrollo de los planes de los gobiernos se hace con la definición de políticas claras; y, el uso racional y la conservación del suelo debería ser una política mundial, porque es una necesidad transversal de la humanidad.
Alguien podría comentar en su mundo interno: “¿Por qué se preocupan tanto de cosas inertes sin importancia?” A simple vista el suelo ostenta esa oscura apariencia, como si no tuviera importancia para la vida humana, como si no sirviera a nadie. En realidad, el suelo tiene más vida que toda la humanidad junta. Los siete mil millones de personas son tan poca cantidad, que en un metro cuadrado de suelo existe mayor número de seres vivos disfrutando felices sus cortas vidas.

¿Qué es el suelo? Es la capa superficial de un territorio. Tiene un espesor de quince a veinte centímetros. Es la mezcla de materia orgánica y tierra. ¿Mezcla? Sí, mezcla de materia física inorgánica y materia orgánica. La materia inorgánica o tierra como se la llama comúnmente, proviene de la desintegración de las inmensas rocas que se encuentran debajo del suelo. Estas rocas se frotan por movimientos telúricos, por las altas o bajas temperaturas. Como resultado de éstas frotaciones bruscas se desprenden polvos de tierra, que se acumula en grandes cantidades y se coloca debajo de la capa de suelo, formando una capa de mayor grosor que es denominada sub suelo. Asimismo, las plantas y animales cumplen su ciclo de vida y mueren. A estos restos vivos se les denomina materia orgánica. Entonces, ya tenemos materia inorgánica y materia orgánica. Ahora, ambas materias se mezclan y forman el suelo. ¿Cómo se mezclan? La sabia naturaleza sabe cómo hacerla. Las hojas, ramas secas y los animales muertos se descomponen.

Los curuhuinsis al hacer sus inmensos caserones, construyen zigzagueantes cuevas internas en la capa de subsuelo. Los pequeños terrones de sub suelo son acarreados hacia la superficie formando montículos movedizos, sueltos. Cuando la carachupa o armadillo construye su casa, cava en el subsuelo arrojando restos de materia inorgánica a la superficie. Así, en la selva existen montículos de tierra por doquier. La vida de los animales en la selva es dinámica, se desplazan por todas partes buscando alimentos. En esas ajetreadas caminatas por aquí, por allá, van regando los montículos de tierra, mezclándolos con los restos orgánicos descompuestos y con los que están en pleno proceso de descomposición. Así se forma el suelo. Por cada siglo la naturaleza forma casi un centímetro.

Y, ¿por qué se dice que tiene vida? Porque los restos vegetales y animales que están en proceso de descomposición, mezclados con los restos inorgánicos, son los alimentos de millones y millones de otros seres vivos como bacterias, hongos, lombrices, insectos. Sin éstos otros seres vivos, los restos orgánicos no servirían mucho para la formación del suelo. Las excretas y las muertes de estos otros seres vivos se suman a la materia orgánica para formar el suelo.

Y, ¿por qué es importante el suelo? En el suelo se siembran las semillas de las plantas que toda la humanidad come para vivir. Si no hubiera suelo ¿dónde se producirían las plantas para comer y vivir? ¿Sobre los billetes? Por eso, porque se apuesta por la vida, vamos al rescate de los suelos, porque el suelo es vida.

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